Consideramos
la ciencia marxista como existente, como poseedora en un momento dado de su
desarrollo de un cuerpo definido de principios teóricos, de análisis, de
demostraciones científicas y de conclusiones, es decir, de conocimientos. Y nos
planteamos la cuestión siguiente: ¿por qué medios se puede -y se debe- hacer
penetrar esta ciencia en el movimiento obrero, por qué medios se puede
introducir esta doctrina científica en la conciencia y la práctica de las
organizaciones de la clase obrera? Para responder a esta pregunta es necesario
retroceder nuevamente, esta vez para examinar en qué consiste la práctica del
movimiento obrero en general independientemente del carácter científico de los
principios que le fueron suministrados por Marx.
A partir
del momento en que el movimiento obrero adquirió una cierta consistencia y se
dotó de un mínimo de organización, su práctica se sometió a leyes objetivas,
fundadas en las relaciones de clase de la sociedad capitalista y al mismo
tiempo en la estructura de la sociedad entera. La práctica del movimiento
obrero, aun en sus formas de organización utopistas y reformistas, se
desarrolla en tres planos, correspondientes a los tres "niveles" que
constituyen la sociedad: el plano económico, el plano político, el plano
ideológico. Esta ley no es por otra parte propia del movimiento obrero; se
aplica a todo movimiento político sea cual fuere su naturaleza social y
cualesquiera que sean sus objetivos. Por cierto, la naturaleza de clase de los
diferentes movimientos o partidos políticos hace variar considerablemente las
formas de existencia de esta ley general, pero se impone a todos los
movimientos políticos, aun en sus variaciones.
La acción
del movimiento obrero toma pues necesariamente la forma de una triple lucha:
económica, política e ideológica. Se sabe que fue la lucha económica la primera
en desarrollarse bajo formas esporádicas primero, y cada vez más organizadas.
En “El capital”, Marx nos muestra que las primeras fases de la lucha económica
del proletariado se desarrollaron sobre varios temas, los más importantes de
los cuales fueron la lucha por la defensa y el aumento del salario, etc. Otros
temas económicos intervinieron en la continuación de la historia del movimiento
obrero: lucha por la seguridad del empleo, lucha por las prestaciones sociales
(seguridad social), lucha por los descansos retribuidos, etc. En todos esos
casos, se trata de una lucha llevada a cabo sobre el terreno de la explotación
económica, en el nivel pues de las relaciones de producción mismas. Esta lucha
corresponde a la práctica inmediata de los trabajadores, a los sufrimientos
impuestos por la explotación económica de que son víctimas, a la experiencia
directa de esta explotación y a la comprensión directa, en esta experiencia,
del hecho económico de la explotación.
En la gran
industria moderna los trabajadores asalariados, concentrados por las formas
técnicas de la producción, perciben directamente la relación de clase de la explotación
económica, y ven en el patrón capitalista al que los explota y se beneficia de
su explotación. La experiencia directa del trabajo asalariado y de la
explotación económica es incapaz de proporcionar el conocimiento de los
mecanismos de la economía del modo de producción capitalista, pero es
suficiente para que los asalariados tomen conciencia de su explotación, y para
que se comprometan y organicen en su lucha económica. Esta lucha se desarrolló
en los sindicatos obreros, creados por los obreros mismos sin la ayuda de la
ciencia marxista: estos sindicatos pueden subsistir y luchar sin la mencionada
ayuda y es por lo que la acción sindical constituye el terreno de elección del
reformismo económico, es decir, el de una concepción que espera de la sola
lucha económica la transformación revolucionarla de la sociedad.
En este
sentido Marx pudo decir que la organización de la lucha económica sobre bases
reformistas y la reducción de toda lucha del movimiento obrero a la lucha
económica, constituye el punto extremo, el punto límite de la evolución del
movimiento obrero "abandonado a sus propias fuerzas". Sin embargo, la
lucha económica choca siempre, quiéralo o no, con las realidades políticas, las
que intervienen directa y violentamente en el curso de la lucha económica bajo
la forma de la represión de protestas, huelgas y revueltas propias de la lucha
económica obrera por las fuerzas del estado y del derecho burgués (la política,
el ejército, los tribunales, etc.). De aquí proviene la experiencia, obtenida
de la lucha económica misma, de la necesidad de una lucha política, distinta de
la económica.
En este
punto las cosas se hacen más complicadas, pues los trabajadores asalariados no
pueden obtener de la realidad política una experiencia comparable a la que
obtienen de la práctica cotidiana, de la realidad de la explotación económica,
ya que las formas de intervención del poder político de clase son muy a menudo
-a excepción de sus manifestaciones de violencia abiertas aunque intermitentes-
disimuladas bajo la cobertura del ''derecho" y de justificaciones jurídicas
y morales o religiosas de la existencia del estado. De allí que la lucha
política de la clase obrera le resulte a ella misma mucho más difícil de
concebir y organizar que su lucha económica.
Para
llevar a cabo y organizar esta lucha sobre su verdadero terreno, es necesario
haber reconocido, al menos parcialmente, la naturaleza y el papel del estado en
la lucha de clases, la relación existente entre la dominación política y su
cobertura jurídica de una parte y la explotación económica de otra; para ello
es necesario otra cosa que la experiencia intermitente y ciega de un cierto
número de efectos de la existencia del estado de dase; hace falta un
conocimiento del mecanismo de la sociedad burguesa.
En este
dominio, las concepciones "espontáneas" del proletariado, que
presiden sus acciones políticas, están considerablemente influidas por las
concepciones burguesas, por las categorías jurídicas, políticas y morales de la
burguesía. De ahí proviene el utopismo, el anarquismo y el reformismo que se
observan no sólo en los inicios de la lucha política del movimiento obrero,
sino en toda su historia. Este anarquismo y este reformismo político se
perpetúan y renacen sin cesar en la clase obrera bajo la influencia de la
presión de las instituciones y de la ideología burguesas.